Hay cementerios sordos
Tumbas llenas de huesos
Sin Sonido
En el silencio de la tarde, bajo la triste
Distancia, un busto roto
Carcomido, seco
Suena, Sin embargo
Sus pasos suenan
Sus vestidos suenan
Y callada como árbol
Pasaba detrás, de la cabeza corroída
Estaba así en la ausencia
De la noche sin tiempo, como el sueño.
La muerte también va por el mundo
Vestida de escoba
Con su lengua
Buscando muertos.
La muerte está en los catres:
en los colchones lentos, en las frazadas negras
Vive tendida
Para derepente
Soplar.
Hay camas navegando a un puerto
Mirando hacia las nubes rotas
Tristes, pequeñas y solitarias
Fijamente, mirando
Porque la cara de la muerte es verde,
Como la brevedad amarga de nuestros días,
Que sopla un sonido oscuro que hincha sábanas,
De camas navegando a un puerto
En su anónima inmensidad.
En su anónima inmensidad
Suenan ausentes.
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